PlayStation Classic es un tesoro pirata. ¡Es una mierda!

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La moda de las consolas en miniatura que comenzó Nintendo con su NES Classsic Edition parecía llegar para quedarse. Luego de sus ventas millonarias y sus reediciones para satisfacer la demanda de tantos nostálgicos que no habían podido conseguir una, Sony levanta la mano y hace lo suyo reviviendo a un peso pesado de la historia de los videojuegos. Su primera consola, la primera PlayStation, llegaría al mercado de nuevo pero en miniatuara, con salida HDMI y 20 juegos preinstalados.

Cuando se conoció la noticia, también se anunciaron algunos de los juegos que vendrían en la PlayStation mini, que fueron Final Fantasy 7, Wild Arms, Tekken 3 y Ridge Racer Type 4. Desde ese momento rodaron las apuestas, el catálogo parecía tentador, un buen preámbulo para los juegos que serían anunciados posteriormente. La gran mayoría de personas que hablaron de ello en Internet apostaban por los juegos de Crash Bandicoot, un Gran Turismo, Chrono Cross, Castlevania Symphony of the night , Dino Crisis, un Silent Hill, alguno de los Tomb Raider y por supuesto, Spyro the Dragon o mínimo un Medievil, sin importar que el remake de estos juegos estaba ya dentro de los planes de Sony.

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¿Cuándo sería el gran anuncio? Nadie lo sabía, pero no importaba, la fe estaba intacta y las reservas en Amazon ya estaban hechas. Con la grandiosa PlayStation era imposible decepcionarse. ¿O si?

Juegos que nadie quería. Un emulador de código abierto, una interfaz pordiosera… Eso resultó ser el PlayStation Classic, un producto hecho con prisa, sin nada de cariño y sin ningún valor agregado para los nostálgicos que querían revivir con ella grandes momentos de su infancia. Una vergüenza total. Las cancelaciones de las preventas tampoco se hicieron esperar, la PlayStation Classic inundó las estanterías de las tiendas de videojuegos, ya nadie la quiere. ¿O si?

Hay un sector al que se le hizo agua la boca cuando se anunció que PlayStation Classic tendía un emulador de código abierto, el sector de los mal llamados «hackers», o piratas, para ser mas claros. Para ellos, la PlayStation Classic sería un tesoro lleno de joyas, diamantes y doblones de oro.

Y así fue, Internet se llenó de artículos de sitios web anunciando que la PlayStation Classic había sido hackeada, ¡a tan solo una semana de su lanzamiento! y lo peor de todo, estos piratas dijeron que fue facilísimo, que la consola no oponía prácticamente ninguna resistencia a ser hackeada.

Parecía que la misma Sony lo tenía planeado desde el principio. Saquemos un producto hecho con el mínimo de presupuesto, con licencias de juegos que ya tengamos y que no nos cuesten tiempo de negociaciones ni tampoco extra, que esos hackers ya se encargarán de piratearla y publicar en Internet la fórmula mágica para hackearla y meterle esos juegos que la gente quiere. Eso sí, ya no es nuestra responsabilidad si en el proceso se les daña la consola, o si se les estropea mientras corren sus juegos piratas.

Parece una teoría conspirativa, pero tiene todo el sentido del mundo. Sony solo se encargaría de evocar a la nostalgia con el aspecto físico de la consola, pondría de carnada algunos juegos que a nadie le interesan, los piratas la hackean tan fácil y rápido que cualquier persona lo pueda hacer y así nos evitamos el pago de licencias. Eso sí, para poder hacerlo, la gente tendrá que comprar la PlayStation Classic. Dinero fácil y rápido.

Y por cierto, ¿has visto la cantidad tan exagerada de publicidad que Sony le está haciendo a PlayStation Classic? Es algo que no hace muy a menudo con sus productos. Es fácil entender porqué, es un producto tan mediocre que necesitan mostrártelo la mayor cantidad de veces posible, y así cansarte hasta que lo compres.

Este video es una reflexión, una invitación que te hago a que no te dejes llevar por el impulso de comprar todo lo que tu compañía de videojuegos favorita te ponga por delante. No todo lo nuevo es bueno, al contrario, cada vez nos quieren vender productos de menor calidad a precios exagerados, ilusionarnos con espejismos vacíos, con mucha belleza visual pero sin nada de contenido. Si les seguimos comprando basura, eso nos seguirán ofreciendo, si les exigimos cosas de calidad, si los golpeamos donde más les duele, su bolsillo, se esforzarán más en ofrecernos cosas que sí esperamos y que sí valen la pena. Pero está en el consumidor, el consumidor tiene el poder, poder que, lastimosamente, no sabe que tiene y que podría cambiarlo todo, al menos en la industria de los videojuegos.